lunes, 13 de febrero de 2012

¿Quién muere?



Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos.

Quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.


Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.

Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quién deja escapar un posible amor, con tal de no hacer el esfuerzo de hacer que éste crezca.


Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.

Muere lentamente, quien abandonando un proyecto antes de empezarlo, el que no pregunta acerca de un asunto que desconoce o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.

viernes, 10 de febrero de 2012

Guareando

Como un animalillo salvaje me refugio en mi guarida.
Los peligros acechan mi bien,. Temo y me escondo en el calor del hogar.
Vientos y lluvia cubren la región.
Mejor correr.
Aquí, desde mi ser, es más fácil vencer.

viernes, 3 de febrero de 2012


Estaba esperándome como siempre.
Con su paciencia  abierta a mi llanto y mis palabras.
Me rodeo el cuerpo y pude sentir su calor saltándome la ola de frío que azotaba el lugar.
Sin exclamar palabra lloré y lloré hasta caer vencida por el desánimo.
No hablaba pero tampoco oía.
Era un ir y venir de alocados pensamientos confusos que se marañaban en mi mente obstaculizando mi paz.
Sentía como una gran ausencia de vida comía terreno a mi dolor. Me sentía morir o, quizás, así lo deseaba  evitando aumentar las desdicha, auyentando las posible explicaciones que jamás sabría dar.
Postrada en sus brazos, me abandoné.

Quizás dormí, quizás no.
Pasaron los minutos lentos y silenciosos.
Nos unía saber que yo estaba allí por él y él para mí.
Solo los dos.
Mi mayor consuelo, no necesitar palabras para hablar de mi.
No necesitaba nada.
El y yo.
http://youtu.be/ctZTwuK4zKk