Estaba esperándome como siempre.
Con su paciencia abierta a mi llanto y mis palabras.
Me rodeo el cuerpo y pude sentir su calor saltándome la ola de frío que azotaba el lugar.
Sin exclamar palabra lloré y lloré hasta caer vencida por el desánimo.
No hablaba pero tampoco oía.
Era un ir y venir de alocados pensamientos confusos que se marañaban en mi mente obstaculizando mi paz.
Sentía como una gran ausencia de vida comía terreno a mi dolor. Me sentía morir o, quizás, así lo deseaba evitando aumentar las desdicha, auyentando las posible explicaciones que jamás sabría dar.
Postrada en sus brazos, me abandoné.
Quizás dormí, quizás no.
Pasaron los minutos lentos y silenciosos.
Nos unía saber que yo estaba allí por él y él para mí.
Solo los dos.
Mi mayor consuelo, no necesitar palabras para hablar de mi.
No necesitaba nada.
El y yo.
http://youtu.be/ctZTwuK4zKk
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