No te escondías ni disimulabas.
Le hacías frente a la los sueños demostrando frenar las pasiones envolventes del momento.
Te miré, te admiré.
Te vi fuerte,cascarilla de cristal, retorciéndote en vaivenes del tumulto sin dejar de respirar.
Tu ideal abrazaba tu sonrisa enfurecida y atractiva ignorando sutilmente su alcoba interior.
Te miré.
Te admiré.
Eras tú.
Enseñándome los dientes con tambores muy acordes, vigilante, terminastes la función.
Vientos vuelan, yo te miro y te remiro encontrando a cada paso admirar tu devoción.
Ayer te vi.
Eras tú.
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