Ayer pude hablar claro.
La verdad es que yo siempre quiero hablar claro ya que aquellas ocasiones en las que no puedo hacerlo prefiero callarme.
Me ha costado años aprender a cerrar la boca y siglos aprender a no poner caras. En cierto modo estoy arrepentida de este aprendizaje pues lo he llevado a tal extremo que ahora pierdo oportunidades.
Pero hablar claro me apasiona.
Así que, ahora ya no tengo tiempo, pero en mi próxima entrada voy a hablar de la "gente mala".
Aquellas que disfrutan haciendote daño como juego o para conseguir un beneficio.
Yo conozco varias y, no nos engañemos, son malas.