Curiosamente tengo una preciosa historia que sufre descarriles justo en Mayo.
Si las cuentas no me fallan, este es el tercer fatídico mes y ahora ni fuerza, ni huracán, ni nada.
El año pasado tal día como ayer, nuestra historia de amistad llegaba al fin. Como todo, posteriormente hubo conatos (deseos) de reconciliación. Más que llegar a una solución, empeoraron de tal forma que ya ni nos miramos.
Sé que justo era el 31 de Mayo porque era el último día de colegio por la tarde.
Para celebrar dicha fecha saqué a su hija a comer fuera del colegio y entre muchas lágrimas me pidió que la llevase a su casa junto con una amiga "cargada" de bolsas.
Así hice pues adoro a esta niña. Llegué a su casa sin intención de nada. Las dejé, me marché, me arrepentí y volví.
Le pedí a su madre tomar café. Por la hora, todo estaba cerrado así que nos quedamos en su casa, en su cuarto, y allí hablamos.
Lo que sucedió después, aunque puedo pensar, casi asegurar, que ella no lee este blog, prefiero no contarlo por aquí.
Este se convirtió en nuestro lugar de encuentro muchas madrugadas, es por ello que le debo su respeto.
Ahora, justo un año después, ya ni nos vemos, ni Whatseamos, ni nada, sin embargo, yo sigo recordando muchos instantes de aquella historia y hoy le ha tocado a la "escena del armario".
Algún día, quizás en un blog nuevo, desconocido, relate" la más bellas historia de amistad jamás contada", como nosotras le llamábamos.