Sentirse atrapada entre los brazos del insignificante deseo de olvidar y no poder mover ficha alguna hasta la salvación del alma somete a una tensión extraordinaria al cuerpo de tal forma que respirar se convierte en un deporte de élite.
Tuve un sueño: soñé estar de nuevo allí. Era tan real que ansié sus brazos y poder dormir de nuevo.
Mojé la almohada de sudor y lágrimas mientras entonaba la habitación aquella canción que unió nuestro poder.
Dejé correr ríos de café y teclee su dirección. Ausente de círculo verde comprendí que ya las madrugadas eran solo mías.
A veces no me hallo capaz de distinguir que etapa es la onírica; está o la que vivimos en unión.
No diferencio los despertares.
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