Respetaré la ley dada por Dios y sancionada por los hombres. Seguiré los principios que me fueron inculcados cuando estaba en mi plena razón y no loca, como ahora me siento. La ley y los principios tienen un valor, como siempre he creído. No debo moverme en otro terreno sino en el seguro de los conceptos admitidos como buenos. Desenvolvámonos pues en él.
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